Toque de queda

Cae la noche, suena una bocina: Puerta tras puerta se van cerrando. Los niños corren a sus casas. La hora ha llegado. El miedo se hace presente, los rostros palidecen, uno a uno los vagabundos ruegan por sus vidas, anhelan un lugar donde esconderse: Temen recorrer en soledad, el camino oscuro, despojado de la luz artificial. Temen de todos, de ellos mismos. El sudor frio empapa sus frentes cuando el sonido en sus cabezas retumba. Los nervios aumentan. El llanto decrece. Dudan paso a paso sin voltear atrás. Se apresuran, trotan: ¡corren!

Escapan de un futuro incierto. Atraviesan las calles, pisan el concreto helado, un vapor tibio escapa de entre sus labios nerviosos. Su corazón explota salpicando las costillas, una lágrima recorre los ojos que han visto cientos de calles, que han recorrido ciudades enteras. Uno a uno colapsan presos del pánico, de un sufrimiento agudo y silencioso.

El panorama está sumido en un silencio abrumador, solo se escucha el crujir de sus huesos golpeando el pavimento. Por los oídos recorre un chillido hueco, el alumbrado ilumina las pupilas dilatadas, unos ojos terriblemente abiertos, desorbitados, por los cuerpos estáticos, pacíficos chorrean gotas de roció.
Llega la mañana, al salir un sol tenue de luz palpitante que poco a poco colorea los edificios grises, suena una nueva alarma, los ojos curiosos asoman por las ventanas, los niños temerosos corren a sus casas, las madres se cubren la boca anonadadas, sus esposos retroceden al contemplar las víctimas del toque de queda… la alarma suena de nuevo.

Cuando tus sueños se apaguen y las esperanzas se vuelvan solo el reflejo de un pasado distante, sumido en un baúl plagado de fotos viejas, de recuerdos futuros, recorrerán el inmenso ventanal son estructura que sin quererlo te aleja del mundo exterior, limitándote solo a una triste vida de encierro perpetuo.
Hambriento de un alma humana, de una compañía que alargue el sufrimiento y te despoje de la soledad que día a día se hace presente, cada noche más pesada. Hoy deseas una compañía, que te haga saber que existes, que te llame por tu nombre y deje claro que no has muerto, que eres eterno.
Solo estas congelado